El Becky Fund fue establecido en 2003 en memoria de Becky Prichard.
La siguiente historia por Trudi Hahn, fue publicada en el Minneapolis Star Tribune el 22 de junio de 2003.
Elizabeth (Becky) Prichard, quien encontró su lugar en el mundo porque una confusión política atrapó brevemente a su madre en Bolivia, fue enterrada el 15 de junio en Calca, Perú. La nativa de St. Paul, Minnesota, que era gerente de un restaurante en Pisac, Perú, se ahogó el 9 de junio después de un accidente de carro cerca de Calca donde vivía. Tenía 30 años.
Amigos y parientes que se reúnen el sábado en St. Paul recordarán a una mujer aventurera a quien le encantaban los ritmos vivos de la cultura latinoamericana.
Prichard se graduó de St. Paul’s Central High School en un programa acelerado de cursos universitarios. Después, ella y su madre viajaron por América Latina por cuatro meses.
"Ella nunca quería limitarse a hacer las cosas de una manera normal," dijo su madre, Diana Bomberg de Las Cruces, Nuevo México.
Prichard vivía por un tiempo con una tía en Nueva Zelanda, donde se certificó como maestra de inglés como segundo idioma.
Dominando el español, trabajaba en Minnesota como defensora para los inmigrantes que trabajaban en las granjas, dijo su hermano, Michael Prichard de Birmingham, Alabama.
A mediados de los 20 años, se quedaba con un pariente en Albuquerque, Nuevo México, donde asistía a la universidad, estudiando la cultura hispana.
Los colegas de la universidad querían que hiciera un curso de posgrado, "pero eso no era Becky," dijo su madre. Prefería hacer algo nuevo.
"Cada vez que viajaba, perdía su avión, se le perdía el pasaje, llegaba tarde – eso era la fuente de muchas de sus aventuras," dijo Michael Prichard.
Hace alrededor de tres años, Becky Prichard vivía en Miami, Florida y su madre hizo un viaje de voluntarios para ayudar a construir una casa en Bolivia por medio de Global Village Work Camps, una rama internacional de Hábitat para la Humanidad.
Bomberg sugirió que se reunieran después para que pudieran conocer las ruinas de Machu Picchu. Decidieron encontrarse en Cuzco, Perú.
Prichard llegó a Cuzco, pero una confusión política impidió que su madre viajara por casi una semana. Cuando Bomberg llegó a Cuzco, Prichard ya tenía muchos amigos y planeaba mudarse ahí.
Aceptó trabajar como una trabajadora bilingüe en la oficina de una compañía de viajes aventureros si ellos la capacitaban como una guía de canotaje, dijo su madre.
"Ella no tenía miedo de nada," dijo su hermano. "Hacía senderismo [sola] en Los Andes por tres o cuatro días con su perro y una mochila."
El trabajo como guía resultó ser demasiado aventurero aun para Prichard, una de las primeras mujeres a ser una guía de canotaje en Perú, dijo su madre. Después de alrededor de un año cambió de trabajo y ayudaba con las excursiones de sendero.
Cansada de la vida ciudadana en Cuzco, aceptó dirigir un restaurante en Pisac. La cosa no salió bien, pero le gustaba el mercado al aire libre del pueblo, lo cual era una base para visitar las ruinas de los Incas, incluyendo Machu Picchu. Los niños del pueblo eran tan pobres que sus juguetes eran tapas de botellas.
En mayo de 2002, emprendió el proyecto de remodelar un edificio viejo para un restaurante de segundo piso.
"Decía, "Que pongan una ventana ahí," y alguien levantaba una almádena y BAM!" dijo su madre, que estaba de visita en ese tiempo.
Desde el caos surgió un espacio aireado y abierto donde los comensales podían observar el mercado bullicioso y mirar las ruinas en las laderas brumosas mientras escogían de los platos saludables de Prichard, entre los cuales se encontraban trucha fresca, carne de alpaca y sopa de quinua.
Esta primavera se prometieron Prichard y su novio de mucho tiempo, Mendel Wilson Muñiz, un peruano que era guía de canotaje. Ella era la tesorera en la escuela católica de la hija de su novio. Ayudaba a recaudar fondos para las necesidades básicas como aspirina y curitas o ella misma las compraba. Los niños tenían que comprar sus propios útiles escolares. Si eran demasiado pobres para hacerlo, no se permitía que asistieran a clases.
Prichard intentó ayudar a un grupo de niños que se habían organizado como una clase de baile. Los invitó a cantar en los restaurantes los sábados para ganar propinas y comida.
El 9 de junio, Prichard regresaba a Calca de Cuzco después de recoger a Wilson cuando se les explotó una llanta y el carro se resbaló en un torbellino del Río Urubamba. Wilson se escapó, pero Prichard se ahogó porque el cinturón de seguridad se le había envuelto alrededor del pie.
Su madre, hermano y otros parientes llegaron el 11 de junio. Hubo un velorio de dos días mientras la hermana de Wilson hacía un montón de papeleo y honorarios para sacar permiso para mandar el cuerpo al crematorio de Lima. La familia llevó el ataúd al aeropuerto el 13 de junio, pero nunca lo pusieron en el avión. En Perú, cualquier accidente de tráfico se considera una investigación criminal, dijo Bomberg. Las autoridades no permitirían que se incinerara el cuerpo mientras siguiera la investigación lo que se podría tardar un año.
La única opción era dejar los restos de Becky Prichard en Perú. Fue enterrada el 15 de junio en la sección anaranjada del mausoleo de Calca, al lado de la sección violeta.
Además de su novio, su hermano Michael y su madre, los sobrevivientes incluyen a su padre, Michael Prichard de St. Paul, Minnesota; otro hermano, Alexander de Fairbanks, Alaska; su abuela, Jane Rogstad Hawkins de Scottsdale, Arizona; y sus cinco hermanastros.